Esta perspectiva negativa de la calificación de Túnez refleja un aumento en los riesgos de vulnerabilidad externa en un entorno de condiciones de financiación global, notablemente más estrictas en un momento en que la posición de las reservas de divisas de la nación norteafricana se ve debilitada por los mayores precios del petróleo y un ritmo más lento de las entradas netas de capital en comparación con el año pasado.
Según el documento de Moody’s, la balanza comercial ha continuado deteriorándose a un 13.3% del Producto Interior Bruto durante los primeros nueve meses del año en curso, en comparación con el 11,9% del PIB en el mismo período curso anterior. Además, la balanza no petrolera ha disminuido a un 8,9% de dicha magnitud macroeconómica en el intervalo enero-septiembre (9,1% en el mismo lapso de 2017).
Para los analistas de la agencia, el déficit de la cuenta corriente se reducirá ligeramente, debido al aumento de las exportaciones de servicios (turismo) y la mejora de los saldos de los ingresos laborales, pero se mantendrá en el 9,7% del PIB a finales de 2018 y en el 8,5% en 2019, frente al 10,2% del pasado ejercicio.
Las entradas de inversión extranjera directa (IED) contribuyen con el 2% del PIB, y solo financian una pequeña parte del déficit de la cuenta corriente. Esta circunstancia deja a Túnez expuesta a flujos de capital sensibles, aunque el apoyo financiero de inversores internacionales sigue vigente, y las restricciones de flujo de capital existentes reducen el riesgo de reversiones de flujo de recursos.
Ante las necesidades de financiación externa de la economía nacional (más del 30% del PIB en los próximos dos años), Moody’s estima que los pasivos externos que vencen el próximo año (junto a los depósitos a largo plazo en moneda extranjera) ascienden a más del 250% de las reservas de divisas para la conclusión de 2019 (siendo de un 220% en 2018). Esta cobertura de reservas es mucho más baja que para la mayoría de los países soberanos con calificación ‘B’.
La posición de responsabilidad internacional neta de Túnez cuenta con un -145% del PIB en 2017, siendo también significativamente mayor que la de la mayoría de los Estados con un rating ‘B’, lo que denota un mayor coste de la financiación exterior.
Sin embargo, la calificación ‘B2’ de Túnez está respaldada por una recuperación económica e impulsada por un repunte en la actividad del mercado. La agencia pronostica que si el país continúa cumpliendo los objetivos del programa del FMI, garantizando la continuidad de los desembolsos planificados del sector público (que deberían cubrir el 50% de los requisitos de desembolso presupuestario hasta el final del año fiscal), volvería a la perspectiva ‘B2 estable’.
Moody’s mantiene la calificación de Túnez en ‘B2’ estable y prevé un crecimiento del 2,8% en 2018
Coface mantiene la calificación de Túnez en zona de riesgo ‘B’