Se cumplen diez años desde que Chile ingresara como miembro activo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Desde el momento en el que ingresó, se han producido adelantos importantes que le han permitido escalar peldaños en la comunidad internacional, situándolo a la fecha entre el grupo de países emergentes de ingresos altos.
Desde la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería chilena, se señala que "la participación de Chile en la OCDE tiene un sentido profundo y a largo plazo, ya que este es un foro donde los países más avanzados debaten sobre las nuevas exigencias del desarrollo económico e institucional; comparan e intercambian sus experiencias sobre políticas públicas; identifican las mejores prácticas; y promueven decisiones y orientaciones destinadas a fomentar el desarrollo económico y el bienestar de la población. Chile decidió formar parte de esta Organización porque comparte valores con ella y sus miembros, tales como la transparencia democrática y el estado de derecho; una economía de mercado abierta al mundo; la eficiencia económica; y la cohesión social. La membresía en la OCDE refleja nuestra decisión como país de enfrentar nuestros retos exigiéndonos los más altos estándares, abiertos a la innovación en políticas públicas y de manera cooperativa y dialogante con la comunidad internacional".
Durante estos diez años en los que Chile forma parte de la OCDE, se han producido importantes avances en materia de comercio internacional. En primer lugar, Chile registra una mayor apertura de flujos de comercio e inversiones en el país. En segundo lugar, conforme al Índice de restricciones al comercio de servicios, los chilenos sobresalen por contar con menores barreras que el promedio de los países miembros de la organización. Además, según los indicadores de facilitación de comercio (TFI), Chile supera o se aproxima al mejor desempeño de los 11 indicadores de la muestra en todas las áreas de la herramienta de medición.
Por su parte, el Banco Central rectificó en su Informe de Cuentas Nacionales de Chile del primer trimestre de 2020, el dato entregado a comienzos de mayo de expansión de la economía chilena en el primer trimestre, pasando de un -0,1 a un +0,4%, es decir, aún se encuentra en números positivos. La proyección para todo el 2020 oscila entre el -1,5% y -2,5% del Ministerio de Hacienda y el -4,5% del FMI, teniendo en cuenta que la previsión mundial es de un decrecimiento de 3% y en el caso específico de los avanzados es de un -6,1%. Los sectores que más influyeron en la subida chilena fueron sin lugar a duda la construcción, los servicios financieros y la minería. Centrándonos en este último, la actividad minera ha experimentado un crecimiento del 5,1% en los tres primeros meses del año, siendo el cobre y en menor medida el hierro, los que más influyeron en este favorable comportamiento.
En referencia a América Latina, Goldman Sachs (GS) (banca de inversión y valores), anticipa un retroceso de un 7,6% a consecuencia de la pandemia, lo que se consideraría la mayor desaceleración anotada, concluyendo que regresar al período previo a la crisis supondría al menos dos años. Apoyándose en el cuarto trimestre de 2019 como base previa a la crisis, el banco estadounidense apuntó que la mayoría de las economías de la región, con la excepción de Chile, no se recuperarían antes de 2022-23. Respecto al PIB de Brasil (el más grande de la región), se espera una reducción del 7,4% este año, en comparación con el pronóstico anterior de GS de una contracción de 3,4%. En el caso de México, el PIB caería un 8,5%, frente al 5,6% previsto anteriormente, al igual que el de Argentina.